En un mundo donde la economía juega un rol crucial en la sociedad, la indiferencia hacia las realidades humanas subyacentes a los números puede ser perjudicial. El Producto Interno Bruto (PIB) ha sido durante mucho tiempo un indicador relevante para evaluar la riqueza de un país. Sin embargo, surge la pregunta: ¿puede realmente este indicador garantizar una sociedad de bienestar?

Aunque el PIB es el principal indicador macroeconómico de un país, no refleja la experiencia ni la realidad de sus ciudadanos. Esto nos lleva a cuestionar cómo medimos la verdadera igualdad de oportunidades y el bienestar de la población. En este contexto, el concepto del Índice de la Felicidad Bruta (IFB) emerge como un avance hacia una comprensión más integral del progreso. Este índice va más allá de las cifras económicas para evaluar aspectos fundamentales del bienestar humano, como la salud, la educación, el medio ambiente, la cultura y la gobernanza.

El IFB nos invita a reconsiderar nuestras prioridades y a centrarnos en lo que realmente importa para la calidad de vida de las personas. Al integrar medidas de felicidad y satisfacción en nuestras evaluaciones de progreso, podemos trabajar hacia una sociedad más equitativa y enriquecedora, donde el éxito no se mida únicamente en términos monetarios, sino también en la capacidad de los ciudadanos para vivir vidas plenas y satisfactorias.

¿Cómo nace este concepto?

La Felicidad Nacional Bruta (FNB) fue introducida por primera vez por el Rey Jigme Singye Wangchuck, el cuarto rey de Bután, cuando aún era adolescente en la década de 1970. Reconoció que Bután necesitaba salir de su aislamiento histórico y modernizarse para entrar en el siglo XXI y mejorar el nivel de vida de su pueblo. No obstante, al observar la modernización en otros países en desarrollo, se percató de efectos negativos como la degradación ambiental, el materialismo desenfrenado, la destrucción de la cultura tradicional y la corrupción gubernamental.

El Rey Wangchuck entendió que enfocarse exclusivamente en el dinero y la economía conducía a muchos de los problemas asociados con la modernización. Por ello, buscó alternativas más reflexivas para el desarrollo. Definió el concepto de Felicidad Nacional Bruta con cuatro “pilares”: la buena gobernanza, el desarrollo sostenible, la preservación y promoción de la cultura, y la conservación del medio ambiente.

¿Qué implica la FNB?

La Felicidad Nacional Bruta es una medida que busca equilibrar el progreso económico con el bienestar moral. Los cuatro pilares del FNB son cruciales para comprender esta perspectiva. Este concepto ha inspirado un movimiento político moderno enfocado en la felicidad. Gracias a la contribución de académicos, economistas y políticos de diversas regiones, el concepto ha evolucionado hasta convertirse en un modelo de desarrollo socioeconómico integral.

El índice FNB abarca tanto áreas tradicionales de preocupación socioeconómica, como el nivel de vida, la salud y la educación, como aspectos menos tradicionales, como la cultura, la vitalidad comunitaria y el bienestar psicológico. Así, ofrece una visión holística del bienestar general de la población butanesa, más allá de una mera clasificación psicológica de la “felicidad”.

Además, los estudios demuestran que nuestra conducta se ve influida por la atención que prestamos. Las medidas que elegimos (lo que atrae nuestra atención) determinan nuestras acciones y decisiones. Medir lo que realmente importa ayuda a tomar decisiones que estén alineadas con nuestros valores. Cuando medimos lo que importa, ¡las cosas cambian!

Valorando el IFB

El Índice de Felicidad Bruta y su filosofía representan un avance significativo en la evaluación del bienestar y el progreso social. Al ir más allá de las métricas económicas tradicionales como el PIB per cápita, el IFB ofrece una visión más completa y humana del desarrollo, capturando aspectos fundamentales de la vida que a menudo son ignorados en los análisis económicos convencionales.

Este enfoque es valioso porque reconoce que el bienestar humano no puede ser plenamente comprendido a través de cifras monetarias. Factores como la salud, la educación, el medio ambiente y la satisfacción personal son esenciales para una vida plena. Al incorporar estas dimensiones, el IFB proporciona una medida más precisa y enriquecedora de la calidad de vida.

Además, el IFB tiene el potencial de influir en políticas públicas y estrategias de desarrollo que prioricen el bienestar humano sobre el crecimiento económico desmedido. Esto puede conducir a una gestión más sostenible y equitativa de los recursos y a la creación de sociedades más justas y resilientes.

En resumen, el Índice de Felicidad Bruta es una herramienta innovadora y necesaria que desafía las nociones tradicionales de progreso y abre nuevas posibilidades para construir un futuro más equilibrado y humano.

Referencias:

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