Resumen
Michael Von Albrecht anota que la Consolatio Philosophiae de Boecio (480 d. C. – 525) es un προτρεπτικὸς εἰς θεὸν [1]. La sentencia explica que este canto a la humanidad no debe entenderse en el sentido bajo y profano de “mero consuelo”; sino como el resultado de un impar sincretismo filosófico y literario que deparó al medioevo, y luego al renacimiento, el punto culminante de un género. Toda la tradición latina y griega, pagana y cristiana, conversa sutilmente en la. Mas el eminente carácter protréptico de la Consolatio es inescindible de su miscelánea naturaleza prosimétrica.
Introducción
Boecio conocía muy bien el sistema literario de la antigüedad y no se permitió forjar una obra donde el objeto de estudio no fuera orgánicamente afín al modo en que es tratado «cum Platone sanciente didiceris cognatos, de quibus loquuntur, rebus oportere esse sermones» [2].
Este artículo procura realizar una sucinta presentación de la amalgama que existe en la Consolatio entre poesía y prosa, y entre terapia y filosofía.
Desarrollo
I
Nótese solamente que la primera palabra de toda la obra es Carmina; esta marca de sentido nos alerta sobre la importancia de los poemas en los ciclos temáticos y terapéuticos dentro del diálogo filosófico. El postulado de que se trata de una obra no carente de sistema, sino que hace de la poesía un sistema filosófico, es convenientemente aceptable. A partir de aquellos veintidós versos en dísticos elegíacos en los cuales Boecio, inspirado por las Camenae [3], relata en primera persona su maestitia [4], comienza el ascenso poético, epistémico y filosófico, un ascenso “espiralado” [5], que lo conduce a su curación definitiva. Dentro del sistema literario latino -no así en la lírica griega [6]-, el dístico elegíaco es una tipología métrica propia de la lamentación, del exilio y de la tristeza y el comienzo la obra constituye una de las dos veces en las que Boecio la emplea[7] (el segundo está en L. V. M. 1.).
El siguiente pasaje de Marco Aurelio nos muestra el empleo de la terminología médica en el campo de la filosofía. Según esto, en cualquier caso, uno debe buscar refugio espiritual en el seno de la filosofía, y no solamente un intelectualismo que conduzca a la pedantería:
Marcus Aurelius. Ad se ipsum.
L. V. 9. καὶ μὴ ὡς πρὸς παιδαγωγὸν τὴν φιλοσοφίαν ἐπανίεναι, ἀλλ᾽ ὡς οἱ ὀφθαλμιῶντες [8] πρὸς τὸ σπογγάριον καὶ τὸ ᾠόν, ὡς ἄλλος πρὸς κατάπλασμα, ὡς ἄλλος καταιόνησιν [9] . |
Y no volver a la filosofía como un pedagogo, sino como los que padecen oftalmía a la esponjita y al huevo, como otro al cataplasma, como otro a la compresa. |
Es este un testimonio patente para comprehender que, ya hacia los inicios de la tardoantigüedad, se produce un nuevo giro antropológico y la filosofía vuelve a concebirse en su dimensión terapéutica en el campo anímico como lo fue, siglos antes, con Platón y luego con la primera ola de las escuelas helenísticas.
Ahora bien, la exhaustividad me obliga a declarar que la Consolatio consta de ochocientos noventa y un versos en latín y seis versos en griego, los cuales presentan diversos formatos métricos. La alternancia entre prosa y verso, en el seno de la Consolatio, funciona a veces para ayudar al lector a comprender los temas más importantes de la obra. Philosophia y Boecio recitan, oportunamente, un carmen para recapitular o bien condensar una argumentación. Otras veces el empleo del verso es independiente del tema que se viene tratando. En estos casos, los poemas cumplen la función de servir de “descanso” en la dinámica enérgica del diálogo terapéutico, donde Philosophia aprovecha para volver a diagnosticar a Boecio y proponer la posibilidad de continuar la terapia discurriendo sobre otros temas de mayor densidad filosófica. Otras, la ocurrencia de un carmen es para mostrar las afiliaciones filosóficas de Boecio. Esto resulta de cabal importancia para comprender la ontología poética de la Consolatio y cómo el método dialéctico se imbrica armónicamente con el movimiento de la terapia filosófica.
II
He señalado ya que la obra comienza con un poema en el que, el ego poético de Boecio en primera persona se muestra enfermo, hundido en el sufrimiento y avejentado. Su tristeza se expresa en dísticos elegíacos. De esta manera, Boecio, con la elección de este metro, inscribe el comienzo de su obra en la tradición literaria:
Cons. L. I. M. 1
Carmina qui quondam studio florente peregi, flebilis heu maestos cogor inire modos. Ecce mihi lacerae dictant scribenda Camenae et veris elegi fletibus ora rigant. |
Poemas que con floreciente [10] esfuerzo yo otrora compuse,
¡ay! me veo conducido a entrar en llorosos y desesperados metros. He aquí las desgarradas Camenas, (que) me dictan lo que debo escribir y (versos) elegíacos con genuinos llantos riegan mi rostro. |
La arquitectura del poema en los dos primeros versos (un hexámetro y un pentámetro) está señalada por la unidad carmina-modos: “poemas – medidas (o metros)”. Es conveniente destacar que la primera preocupación de Boecio pasa por la medida, que, al principio, está alienada a causa de una pesadumbre insoportable. El estado de ánimo en ése momento se resume en el término maestos [11]. La condición biográfica del Boecio histórico se mezcla casi inescindiblemente con la del Boecio literario. No pasan más de veinte versos cuando se produce la epifanía [12] de Philosophia. Este es el punto de inflexión en la obra; Boecio percibe su presencia pero no es capaz de reconocerla. Sin embargo, ella reacciona con cierta vehemencia al encontrar a las musas –Camenas– acompañando a Boecio:
Cons. L. I. P. 1, 7.
Quae ubi poeticas Musas vidit nostro asistentes toro [13] fletibusque meis verba dictantes, commota paulisper ac torvis inflammata luminibus: Quis, inquit, has scenicas meretriculas ad hunc aegrum permisit accedere, quae dolores eius non modo nullis remediis foverent, verum dulcibus insuper alerent venenis? |
Cuando vio en torno a mi lecho paradas a las Musas poéticas dictándome palabras con llanto, se violentó por unos instantes y con la faz luminosa e inflamada dijo: ¿Quién permitió a estas prostitutas del teatro acercarse a este enfermo, que no solo no guardan sus dolores con remedios, sino que (los) alimentan con dulces venenos? |
Vemos que, ya desde su aparición, Philosophia no tarda en saber que Boecio está enfermo «aegrus». También sabe que estas musas poéticas, lejos de poder curarlo, están profundizando su cuadro, por eso su primera expresión es de agitación y por eso las expulsa despectivamente «scenicas meretriculas». La preocupación por los remedios para los dolores del alma, en detrimento de dulces venenos que los alimentan, recorre todo el libro I. El principal riesgo de este tipo de inspiración poética, meramente recreativa, es que acostumbra a los hombres a la enfermedad, y eso les impide buscar una medicina:
Cons. L. I. P. 1, 9.
Hae sunt enim quae infructuosis affectuum [14] spinis uberem fructibus rationis segentem necant hominumque mentes adsuefaciunt morbo, non liberant. |
Estas son, pues, las que matan los abundantes frutos de la razón con las espinas infructuosas de las pasiones y habitúan a las mentes de los hombres a la enfermedad, en vez de liberarlas. |
La enfermedad de Boecio reside en el predominio de las pasiones -«affecti»- por sobre la razón. Philosophia advierte que este desequilibrio patético no puede ser corregido por las musas Camenas. Uno esperaría, entonces, una curación unívocamente discursiva en un riguroso tratado, empero no es eso lo que ocurre; Philosophia increpa una vez más a las Camenas y evoca a sus Musas:
Cons. L. I. P. 1, 11.
Sed abite potius, Sirenes usque in exitium dulces, meisque eum Musis curandum sanadumque relinquite! |
Mas aléjense, dulces Sirenas, que, continuamente, hacia la destrucción (conducen), y dejen a mis Musas curar y sanar a éste (enfermo). |
La intención sanadora de Philosophia es planteada por ella misma y, para este tratamiento, es necesario también la presencia inspiradora de las musas filosóficas. Antes de iniciar el tratamiento, Philosophia permite un Carmen de lamentación más a su paciente; empero, es importante advertir que, sin la presencia de las Camenas, Boecio no recurre a la misma tipología métrica empleada en el carmen I, sino a tetrámetros dactílicos acatalécticos, que es la misma que escoge Séneca para los coros de sus tragedias [15]; esto funciona como marca textual para señalar ya una predisposición al diálogo. Sin embargo, Philosophia interrumpe a Boecio para comenzar con el tratamiento:
Cons. L. I. P. 2, 1.
Sed medicinae, inquit, tempus est quam querelae. |
Pero, -dijo, es tiempo de medicinas más que de lamentos. |
Para iniciar el tratamiento filosófico-poético, es necesario abdicar de las quejas y entregarse al diálogo, para eso, Philosophia deja de conceder a Boecio la posibilidad de recurrir al tópico literario de la lamentación. Ahora bien, Boecio perdió la capacidad de dialogar a causa de su stupor [16]. Éste es el primer síntoma de la enfermedad de Boecio, a partir del cual Philosophia puede realizar el diagnóstico:
Cons. L. I. P. 2, 5-7.
Cumque me non modo tacitum sed elinguem prorsus mutumque vidisset, admovit pectori meo leniter manum et: Nihil, inquit, pericli est, lethargum patitur, communem illusarum [17] mentium morbum. Sui paulisper oblitus est. Recordabitur facile, si quidem nos ante cognoverit; quod ut possit, paulisper lumina eius mortalium rerum nube caligantia tergamus. Haec dixit oculosque meos fletibus undantes contracta in rugam veste siccavit. |
Al verme no solo taciturno, sino ciertamente también mudo y sin lengua, acercó su mano lentamente hacia mi pecho y dijo: No hay peligro; padece letargia, enfermedad común en los espíritus desengañados. Por un momento te has olvidado de ti mismo. Mas recordarás fácilmente, si antes puede reconocerme; para que puedas, limpiaremos un poco tus luces oscurecidas por la nube de las cosas mortales. Estas cosas dijo secó mis ojos llorosos e hinchados con un pliegue de su vestido |
Boecio, estupefacto por su enfermedad, está momentáneamente indispuesto para el diálogo, empero, así y todo, muestra disposición a la curación permitiendo que Philosophia le limpie los ojos. La marca textual que apoya esta interpretación reside en que la narración pasa de la tercera persona singular «cognoverit», a la primera persona plural «tergamus» (“limpiaremos”). De esta manera, Philosophia solicita la prestación de Boecio para iniciar la terapia filosófica, la cual no es unidireccional y no puede prescindir de la participación recíproca entre maestro/médico y discípulo/paciente.
Una vez que Philosophia seca los ojos de Boecio, desaparece la oscuridad y se produce la primera ἀναγνώρισις (“reconocimiento”). El “instrumento” con el cual Philosophia realiza esta primera curación muestra una curiosa familiaridad con el pasaje que mencionamos más arriba de Ad se ipsum de Marco Aurelio. Se trata de su vestido, que, según cuenta en L. I. P. 1-3., ella misma –Philosophia– confeccionó con una materia perfecta de hilos sutiles[18]. Entiendo que la figura del vestido representa el verdadero patrimonio de la filosofía socrático-platónica, que consiste en la curación a través del diálogo. Esta herencia filosófica sufrió intentos de tergiversación y fue disputada mediante rebuscados y vacíos litigios retóricos no bien falleció Platón (347 a. C.) [19] . Por otro lado, la imagen alegórica del traspaso de la oscuridad hacia la luz recorre toda la obra y simboliza el paso de la ignorancia al conocimiento.
Cons. L. I. M. III.
Tunc me discussa liquerunt nocte – Tenebrae luminibusque prior rediit vigor (…). |
Entonces, disipada la noche, me abandonaron las tinieblas
y, con las luces, volvió el primer vigor. (…) |
Cierre
El movimiento dialéctico de la obra está marcado por la intención terapéutica de Philosophia y por las mejoras que va experimentando Boecio. A medida que su entendimiento y entereza anímica se recuperan, el clima filosófico se densifica para recibir nuevas disquisiciones en el campo de la metafísica y de la teología –dos ámbitos que, en algún sentido, son uno-.
Tenemos, entonces, un vademecum poético conformado por ochocientos noventa y un versos latinos y seis versos griegos. El voltaje metafísico y la sutileza poética de estos versos funcionan como los conjuros o encantamientos «ἐποδαί». Éstos se realizan con el propósito de penetrar en el alma del interlocutor/paciente y generar un προτρεπτικὸς εἰς φιλοσοφίαν. En este contexto evoco, inevitablemente, aquella proclama de Friedrich Schlegel: Die Philosophie poetisiert und die Poesie philosophiert [20].
Bibliografía
-BURNET, J. (1907). Platonis Opera. Tomvs II. Oxford. Oxford University Press.
-MORESCHINI, C. (2005). Anicius Manlius Severinus Boethius. De Consolatione Philosophiae. Opuscula Theologica. Leipzig. De Gruyter.
-PÉREZ GÓMEZ, E. (2009). Boecio. La Consolación de la Filosofía. Akal. Madrid.
-RODRÍGUEZ SANTIDRIÁN, P (2015). Boecio. La Consolación de la Filosofía. Alianza. Madrid.
-ROBIN, L. (1926). Platon. Oeuvres Complètes. Tome IV – 1 er partie. Phédon. Paris. Les Belles Lettres.
-SOUILHÉ, J, (1930). Platon. Oeuvres Complètes. Tome XIII – 3 e partie. Dialogues apocryphes. Les Belles Lettres. Paris.
-WEINBERGER, W. (1934). Ancii Manlii Severini Boethii. Philosophiae Consolationis. Libros Quinque. Viena. Corpus Scriptorum Ecclesiasticorum Latinorum.
1. Exhortatio ad Deum, en latín. ↑
2. Cons. L. III. P. 38. “Habiendo aprendido, con el sagrado Platón, que es necesario que exista parentesco del discurso con respecto de las cosas sobre las que se habla”. ↑
3. Cfr. Jesús Luque Moreno, Dulces Camenae. Poética y poesía latinas (2010). ↑
4. Maereō, ēs, maeruī (à peine attesté), maestus, maerēre: être affligé. – Ancien (Enn.), classique (…). Dérivés composés: 1° maeror, -ōris m. est aegritudo flebilis. Cic. Tu. 4, 8, 18. ↑
5. Cfr. Lerer, S. (1985). Boethius and Dialogue. Literary Method in The Consolation of Philosophy. New Jersey. Princeton University Press. ↑
6. Véase Eunomía, el célebre poema del sabio Solón. En la lírica griega arcaica el dístico elegíaco conserva un matiz solemne; se priorizan, más bien, temas políticos y cosmogónicos. ↑
7. Cfr. Index metrorum en la ed. de C. Moreschini (2005). ↑
8. La oftalmía es una inflamación de los ojos. La figura de alguien que no puede ver, o que no ve claramente, es evidente. ↑
9. Cfr. Sebastián Yarza. Καταιόνησις es la forma sustantivada del verbo καταιονάω. Propio del campo médico, refiere a la acción de humedecer una herida con una gaza empapada en una loción. ↑
10. Se refiere a su juventud. Casiodoro, quien conocía muy bien a Boecio, anota que éste había compuesto un Carmen bucolicum, el cual se encuentra perdido hoy día. ↑
11. Más que tristeza, maestitia es “melancolía”, “desesperación”. Cfr. Lewis & Short (1891). ↑
12. Esta manifestación divina nos trae reminicencias del poema de Parménides y de Trabajos y días de Hesíodo. ↑
13. Nótese la delicada intertextualidad con el comienzo del libro II de la Eneida. Eneas está sentado en un «torus» (“lecho”) dentro de la corte de Dido cuando comienza a relatar llorosamente, en primera persona, la caída de Troya. En este pasaje, Boecio está cantando su propio hundimiento (fue acusado, despojado de sus bienes y de sus títulos; humillado; encerrado en una mazmorra y condenado a muerte). El libro II de la Eneida es atravesado por un claro motivo trágico. El libro I de la Consolatio también está atravesado por el mismo espíritu y Boecio, en este juego de intertextualidades, se identifica con la caída del héroe prófugo Eneas, quien, hacia la mitad de la obra (libro VI de la Eneida) va a descender a los infiernos para recibir un conocimiento iniciático y, luego de ascender, nunca más tendrá conflicto con su fatum. El mismo descenso, y posterior ascenso simbólico, se cumple hacia la mitad geométrica de la Consolatio en el libro III. ↑
14. Vemos que, en este punto, Boecio sigue las equivalencias conceptuales latinas que propusieron primero Cicerón, y luego Séneca de la voz griega πάθη, «morbus» y «affectus». Cfr. Cic. Tusculanae disputationes L. III. 7 con Sen. De Ira L. I. 1. ↑
15. Cfr. Sen. Oedipus 449 y ss. ↑
16. Entumecimiento, estupidez. ↑
17. Esta es exactamente la equivalencia conceptual latina del griego ἀπιστία que se aprecia en en el Fedón de Platón. ↑
18. Vestes erant tenuissimis filis subtil artificio indissolubili materia perfecta, quas, uti post eadem prodente cognovi, suis manibus ipsa texuerat; (…). ↑
19. L. I. P. 3. 7-8.: Cuius hereditatem cum deinceps Epicureum vulgus ac Stoicorum ceterique pro sua quisque parte raptum ire molirentur meque reclamentem renitentemque velut in partem praedae traherent, vestem quam meis texueram manibus disciderunt abreptisque ab ea panniculis totam me sibi cessisse credentes abiere. ↑
20. Schlegel, F. (2015). Über das Studium der Griechischen Poesie. Digitale Edition von Jochen A. Bär. http://www.zbk-online.de/texte/A0136.htm ↑